En una de las primeras entradas, explicaba el papel de las sumisas.En ella decia que somos las guardianas de las llaves de los oscuros sòtanos donde nuestros amos hacen realidad sus deseos más secretos.
Ahì precisamente, tuvo lugar lo que voy a narrar.
Una vez pasada la primera sesiòn en su garage, me advirtiò que sin previo aviso, me llevaría a un lugar donde nadie podría saber de mì, donde los gemidos serían ahogados por las paredes húmedas y donde sería en vano pedir ayuda para salir.
La antesala era cálida, madera en las paredes y en el techo, una manta roja como único decorado y una escalera escondida detrás de una mueble.Encendiò una suave luz y me hizo descender los diez escalones que llevaban a su sótano.
La primera impresión fue de temor, me dieron escalosfríos al ver las telas de araña en las paredes y el piso mojado de moho añejo.Era pequeño, apenas cabíamos los dos y algunas cosas que alguna vez alguien habrà usado.Olía de manera particular.Creo haber sentido ese olor solo en una isla deshabitada a la que iba de pequeña.
Para mi sorpresa, no me desvistio.Pero me colocó una venda en los ojos y me hizo parar sobre una tarima y asi, llegar hasta el gancho donde me atarìa.Sujetó mis manos lo más alto que pudo.Una vez ahí, sentí que se apagaba la luz, y se fue.
No sé cuánto tiempo duró eso, pero fue el suficiente para que comenzara a inquietarme pensando en si volvería o no para liberarme de su prisión.
Al tiempo volvió.Y ahi bajó mis pantalones y subió mi remera, dejandome a medio desnudar, para hacer de mi su instrumento de placer, para torturarme a su antojo.
Sabemos jugar, jamàs pasamos los límites, aunque ambos sabemos que no los tenemos cuando se trata de cumplir las fantasías.
Sentí una objeto sobre mi cuerpo, poco a poco fui advirtiendo que se trataba de una espada.No hubo lugar de mi cuerpo que no fuera acariciado por ella.La excitación crecía y con ella mis pezones se ponían cada vez más duros y mi vagina se humedecía màs y más.Lo advirtiò y estuvo satisfecho.
Nunca dudo de mi Amo, confío en èl y sè que jamàs me harìa daño.Ambos jugamos fuerte esta vez, yo, siendo su lienzo, èl, pintando sobre mi la mayor de sus fantasías ocultas.
Esa noche, no fue una noche más.Fue el cominezo de una etapa màs, de unos escalones màs recorridos juntos en estos tres años y medio que llevamos como Amo y kajira